! Pues si que había acertado!
Mayo se iba consumiendo y el sol empezaba a
atacar en VANCOUVER. La gente
hablaba más alto, reía mas fuerte, desayunaban y comían en las terrazas al aire
libre, pero yo, escapada de nuestro Surya implacable, me dije que era hora de
seguir viaje a las MONTANAS ROCOSAS, LAS
ROCKIES MOUNTAINS, como le dicen por aquí, no fuera cosa de que se
descongelaran lagos y ríos y las montanas perdieran su manto de armiño.
Menos mal que ya había comprado bien
adelantado un vuelo low cost a CALGARY y
reservado allí un lodge para una noche, porque ahora los precios de avión habían
subido a lo loco, el tren turístico es para millonarios y el autobús Greyhound,
mas barato, sí, da la vuelta al mundo.
Un hombre en la cuarentena se sienta a mi lado
en Edmonton.
Enorme, cuadrado, con botas repujadas, anillo
y pulsera de plata con turquesas finamente engarzadas, unas manos morenas
cuidadas pero de una fuerza sorprendente. Blanco él, de pelo rubio pajizo
asomando por el sombrero stanton graciosamente ladeado.
Me cuenta que vive en Calgary y que su mujer
le espera en el aeropuerto, vive en las afueras en un rancho.
¿Y la STAMPEDE? Es un espectáculo bravo, no para corazones encogidos.
Miles de personas vienen a Calgary en julio para este festival esplendido, con
todas las artes de los COWBOYS de aquella época no muy lejana de la cría de
ganado.
¿Se va a quedar a verlo? No, no puedo esta vez,
pero volveré.
Más tarde descubriría aspectos menos heroicos de
este rodeo tan cacareado.
Llueve a mares y un viento arremolinado azota los
arboles sin piedad. ¿No querías invierno? Me digo. Pues ¡hale!
El “albergue” resultó un hotel de carretera en la
Banff Trail, de una cadena, Choice hotels; eso sí al lado de la universidad
estatal de Alberta.
Finalmente he salido ganando: hotel reformado,
vasta habitación decorada con gusto, AC/calefacción (que hace un frio
mortalisimo), baño principesco y hasta kichenette y desayuno. ¡Se ve que hay
que ponerse el amuleto para la reserva!
El manager, indio de la India, joven presuntuoso
de palabra estrecha, para no perder la tradición de su pueblo, me vomita (tal
es su desgana) unas cuantas informaciones: el centro comercial, el C-Train, el
banco más próximo.
Salgo a la Banff
Trail
La lluvia es torrencial y para cuando atravieso
la pasarela estoy como pollo remojado a pesar de la maravillosa capa
impermeable del Corte Inglés, mi paraguas bengalí volando por los aires.
¡Maldita sea! Ahora tenías que morirte aquí en medio de este huracán.
En la Food Plaza no hay ni un alma. Como algo y
compro algunos platos para el micro y, otro paraguas que me garantizan hasta
contra los tornados.
No habrían de pasar ni dos suspiros cuando el
garantizado se alzó por los aires en pos de mi añorado bengalí al ritmo de todo
un diccionario de insultos por mi parte.
Llego al ECONOLODGE como sopa, tiritando. Sale del
ascensor un grupo bullanguero en traje de baño.que me hace pensar si el
maravillosos precio no será a causa de los clientes “especiales”, huéspedes de
alguno de los hospitales vecinos. No estaría mal como experiencia, me digo y
salto del ascensor corro por el pasillo peleo con la tarjeta y me arranco hasta
la respiración para ponerlo a secar en el radiador que parece la caldera del
infierno
Me arrellano en un butacón, dispuesta a enterarme
de todos los secretos de este (es que aquí todos son muy machos) Calgary inhóspito
donde habría de quedarme dos días.
Así es que es la tercera ciudad de Canadá, la más limpia, en la confluencia
del río BOW y el río ELBOW. Toda rascacielada, centro de la industria del gas y
petróleo, con más de 800 corporaciones según la Calgary Marketing Association,
un RPC de 104. 530 $, más de la mitad cristianos blancos (WASP), seguidos de
chinos y coreanos. Los latinos (como dicen) tienen presencia visible, así como
los filipinos e indios de la India.
Me voy a dormir obnubilada por los copos de nieve
que despliegan toda su belleza al otro lado del ventanal. Brillan, danzan, se
deslizan suavemente por el alfeizar. Luchan contra las aguas maléficas que
pretenden englutirlos.
Piscina, gimnasio…ma ña naaaa…
El C-Train está bastante cerquita para ir al centro. Quiero ver ESAS
PASARELAS +15, únicas en el mundo, que enlazan los principales edificios de Calgary
formando una red de 16 km y que protegen de las inclemencias del tiempo. No está mal un poco de “modernidad y riqueza”de vez en cuando, me digo
mientras me tomo un café en el atrio de una gran compañía petrolera en seco y
calentita. Las hay de todos los modelitos, de los simples puentes alzados (a 15
metros de la calzada) que desembocan en galerías comerciales un tanto cutres, a
sofisticadas y glamurosas pasarelas transitadas por los ejecutivos de turno
enmaletinados.
De repente un claro se abre en ese cielo plomizo
y me lanzo a la calle para ver el polémico
BRIGDE OF PEACE (Puente de la Paz que diríamos) de nuestro ínclito SANTIAGO
CALATRAVA. Siiiiii, el mismito.
Rojo que te quiero rojo. Este “tubo” perforado gigantesco
aparece a caballo sobre el rio BOW. ¡Cuánta polémica, desde los días de su
gestación en 2008!. A punto estuvieron de cancelarlo en el momento de la crisis
y por garish (llamativo/hortera) para algunos, exorbitadamente caro (30. 400 $ / m2 en la época) para otros
e innecesario para la mayoría. El Gobierno se impuso con la teoría de
construcción SINGULAR que se volvería emblemático de la ciudad.
Y no se equivocaron, no.
A pesar de problemas con la soldadura de los
fabricantes españoles (¡) en 2010, fue inaugurado finalmente en 2012. Desde
entonces miles y miles de personas lo atraviesan habiéndose convertido en una
de las principales atracciones turísticas de Calgary.
¡Ah! La Administración habría ya gastado 200.000
$ desde el año 2016 en cambiar las cristaleras vandalizadas por los
“inconformistas” amantes de los destrozos. Luego la iluminación, las cámaras…
un pozo sin fondo.
Vamos, que igualito en todos los países
civilizados.
¿Y la STAMPEDE? Bueno eso no tuve el honor de disfrutarlo, como
aseguraba mi cowboy del avión. Es a primeros de julio. cuando COWBOYS de todo Canadá
y Estados Unidos se congregan en la ciudad para competir, para mostrar sus
habilidades con el ganado, con los caballos, con las carretas asesinas.
Y digo bien ASESINAS, que cada año los accidentes mortales de caballos se
producen en las desenfrenadas competiciones de carretas al estilo Far West:
ataques al corazón, hemorragia pulmonar, choques mortales…toda una panoplia de
“accidentes” justificados por el dinero y la tradición. Y eso sin contar el
maltrato durante los entrenamientos Ganar a toda costa. Ese es el mantra.
El año pasado Tuf Cooper, joven ganador texano de
2011, fue expulsado de la competición por azotar agresivamente a su caballo…
¿Y cuál es la respuesta?
“Si siguen
poniendo reglas para satisfacer a los defensores de los animales, no habrá
STAMPEDE”.
Esos días cientos de miles de personas invaden
las calles de Calgary, hasta el primer ministro, vestidos de cowboy: camisa a
cuadros, pantalón vaquero y sombrero stanton. Ah! Sin olvidar las botas de
media caña y tacón, las clásicas, no como las de CHIHUAHUA de serpiente,
cocodrilo con escamas y todo.
Es un despliegue de proezas, no cabe duda, y el
dinero corre a chorros en esa primera semana de julio en que Calgary rinde
homenaje a los tiempos gloriosos de la ganadería.
Pero además conciertos, exhibiciones y programas
para toda la familia y…comidas comidas de todos los países, aterradoras,
sorprendentes o deliciosas nuevas combinaciones de productos que serán
seleccionados y premiados por un jurado selecto: BEST NEW FOOD ON THE MIDWAY 2017.
Este año la estrella ha sido un HOTDOG
espectacular (ya que la PIZZA A LA CUCARACHA DE VIETNAM no ha podido atravesar
la frontera), el DRAGON DOG, que al
precio de 100 $ hermanaba buey KOBE, TRUFA, LANGOSTA y coñac RENE MARTIN por
encima de su camita natural. Dugie Luv con su camión resto de Vancouver nunca
podía haber imaginado su éxito. ¡100 DRAGON DOGs vendidos de una sentada!
Sigo mi camino por el paseo a orillas del río
Bow. Corredores, paseadores de perros, algunos niños y de repente una tromba de
agua amenizada de rayos y truenos bíblicos.
Para cuando llego a la estación de autobuses de
la GREYHOUND, tan cutre como
esperaba de ella, me pueden retorcer y ponerme a secar.
Un sikh de unos cincuenta años, bajito, flaco y
enturbanado, repasa los suelos de sufrido color negruzco escoba en ristre. Me
quedo boquiabierta, no veras nunca un sikh barriendo un sitio publico en la
India. ¿Sera eso el progreso?
Poca gente. Una mujer negra redonda y lustrosa
saca un edredón y una almohada de sus bultos y se acomoda en la sección reservada.
“Un billete para BANFF, por favor. De seniors”. Y
ahí me explicaembrolla el sistema de precios de la augusta compañía. Finalmente
es más barato comprar uno regular al precio actual…
Lo compro, me escapo a toda prisa de ese barracón
infecto, subo a toda mecha la pasarela metálica y me instalo en mi C-TRAIN que
me llevara a mi casita, a mi pollo microondeado, a mi piscinita-jacuzzi
calentita.
¡Mañana BANFF!
FOTOS: Cortesía de GOOGLE