viernes, 6 de febrero de 2015

TAXCO, TODA DE PLATA










“No hay más que tiendas de plata por allí, gente que quiere venderte, engancharte...No merece la pena, y además todo cuestas, escaleras…”
Está claro que a ellos, mis amigos, no les brilla la plata.
Decido seguir la huella de WILLIAN SPRATLING.
Frente a la Biblioteca de Tepoztlan, de tan buenos recuerdos, me encaramo en el autobús rápido de TAXCO, una hora y media, dicen. Duermo y aparezco en la Central de Autobuses cerquita de la calle Pajaritos donde se encuentra mi destino: la Casa de Huéspedes Arellano. (Nada que ver, espero,  con FELIX ARELLANO, el rey de la droga de Tijuana). Es un sortear y sortear los puestos del mercado que han invadido la calle esta mañana: flores, frutas, ropas, gorditas, bisutería, fritangas y gente taconuda, escotosa, alfeñiques, cachas, niños zascandileando,  hormigueando por doquier.





Y resulta que la Arellano  esta encaramada a la espalda de Santa Prisca, la barroquísima, y enfrentito mismo del  mercado de los panes y puestos de comida. La verja de entrada, la fuentecilla, la primera terraza florida, la casa del amo, la hermana de la dueña, emperifollada para ir de iglesia,  hecha mieles cantando alabanzas al prestigio familiar te seduce y te resta fuerzas para seguir peleando. Me subo a la segunda terraza, la de los hibiscos, desde donde se ve la torre de la parroquia brillando en la noche. Mucho cuento tiene esta señora,  pienso. Las habitaciones  son buenas solo para desplomarse por la noche  derrengado uno de tanto subir cuestas. En la terraza leeré y comeré mis frutitas bajo el ojo del cancerbero familiar.

Jícara de café en leche, como dicen, panes dulces divinísimos del puesto de al lado y escaleras al Zócalo. Al caer la noche es un dédalo de puestos fantasmas.
Son las fiestas “ALARCONIANAS 2014” en homenaje al escritor RUIZ DE ALARCON, que tan mal trataron en vida en México y en España (por giboso, judío y moro de origen…), y hoy hijo insigne de la ciudad, con teatro, circo callejero y la Orquesta Filarmónica de Acapulco por la tarde.


La santa PRISCA es iglesia de un solo hombre: JOSE DE LA BORDA (De Laborde) siglo XVIII, que en uno de sus golpes de suerte mineros la construyó en 12 años para mayor gloria de Dios, su generoso protector, y para que su hijo Manuel pudiera ejercer su ministerio sacerdotal. Hasta Santa Prisca detuvo los rayos de la tormenta para proteger su obra  Cuentan.
Impresionante este “minero” franco-español que desde los 17 años peleaba con las entrañas de la tierra. El hombre más rico de México, arruinado,  tuvo una vez que vender la custodia de oro macizo y piedras preciosas de su iglesia para explotar una mina en Zacatecas que le devolvió su poder. Pero el mercurio no le perdonó.
Su casa en Taxco es hoy un museo y centro cultural y su palacio y sus versallescos jardines de Cuernavaca, que vieron mejores días en tiempos de la emperatriz Carlota, han sido restaurados y el Gobierno de GUERRERO  organiza en ellos actividades culturales.
Decido coger una COMBI  que me suba hasta la plazuela San Juan, la vista es cautivadora. Y sigo subiendo por callejas hasta el mirador de BERMEJA, donde dice la leyenda que vivió la seductora prima del rey Felipe II que se hundió con su majestuoso palacio en las entrañas de la tierra por su maldad.
Me rompo la crisma por las escaleras y aterrizo cerca del Zócalo donde tomo  otra combi para llegarme a la entrada del funicular que me llevara al hotel Monte Taxco donde pienso celebrar mi cumpleaños con gran pompa y distinción, ¡jajaja!, ahora que todavía estoy a tiempo.





Y resultó que aparecían por todos lados grupos de muchachos con KIPPAH corriendo por los jardines, conversando  con hombres maduros de substancia portadores de cuadernos y listas, teléfono en ristre, entusiasmados con la preparación del evento: VIAJE A ISRAEL DE LAS JUVENTUDES JUDIAS DE MEXICO, LA MASA.
¡Tantos y ricos!

FOTOS: cortesía   de GOOGLE