miércoles, 26 de julio de 2017

BRUJAS (Bélgica), ENTRE CASTELLANOS Y VIZCAINOS ANDABA LA LANA














La casa Encantada


 Plaza de los Vizcainos














Había decidido coger el tren en la Estación de Midi de Bruselas para ir a Brujas a empaparse de medievalidad y seguir sus pesquisas sobre el comercio de la lana allá por la Edad Media.
Era una estación renegrida y amenazante por fuera, cuyo hall, sin embargo, estaba bien organizado y los empleados eficientes. Arriba, en los andenes, volvía otra vez la sensación de desamparo.
Estaba lloviendo. El frio calaba hasta los huesos. Bendijo el anorak rojo que había comprado en la India soportando las risas de los enterados que le auguraban una primavera deliciosa.
“En mayo, los tulipanes y cervecita en las terrazas, nada de abrigos". ¡Ignorantota!

Pasó una hora en el tren desierto hasta llegar a Ostende en que una horda de japs se apoderó de mi vagón y mi calma. Mientras tanto decido quedarme en el albergue SNUFFEL de tan buenas recomendaciones. El problema es que el tren para a las afueras de la ciudad, que nadie quiere hablar el francés de los invasores y que el autobús lanzadera viene cuando le canta.
Camino, atravieso un parque, entro en el centro histórico con sus consabidos adoquines torturamaletas ruederas y me cercioro de que, puesto que todos los hostels están completos por este barrio, tendré que atravesar la ciudad para llegar al Snuffel en la Ezelstraat.
¡Pronto me doy cuenta de que ha valido la pena! Nueva construcción respetuosa con el ambiente, dormitorios confortabilísimos y zonas comunes de lujo, con desayuno opíparo. ¡Ah! y una idea excelente para financiarse: actividades culturales abiertas en el bar salón por las noches, por cierto, muy populares. Allí pasaría tres días bien acompañada, con mis tapones en ristre.

Difícil imaginar que esta ciudad tan manicureada pudiera haber sido un emporio mercantil desde el siglo XII, me digo. Algunas ciudades sucumben a las fuerzas de la naturaleza, pero Brujas, tras años de miseria y abandono ha sabido renacer de sus cenizas gracias a un turismo bien planeado.
Dicen que en la Baja Edad Media los barcos mercantes entraban hasta la ciudad, atracaban en el MINNALAKE, hasta 100 mercantes con su preciosa carga. Luego vino el cegamiento del canal en 1050 con la consiguiente catástrofe. Años más tarde la buena estrella de Brujas le regaló una gran tempestad en 1134 que abrió un nuevo canal natural e hizo posible el comercio a gran escala con italianos, ingleses, portugueses, castellanos y vizcaínos. Y comenzaron los años dorados.
En 1277 la flota mercante de Génova instauró el comercio de especias de Levante junto con los portugueses, introdujo nuevas técnicas comerciales y financieras y con una “inundación” de capital se apoderó de la banca de Brujas, inaugurando nuevas formas de capitalismo mercante. En 1309 se crea la Bolsa, el primer "Stock Exchange" del mundo.

¿Y los VIZCAINOS? Como eran conocidos los vascos en esa época.
Pues sigue la polémica. Que si los castellanos de Burgos exportaban su lana a través del puerto de PORTUGALETE (rival de Bilbao) en la desembocadura del Nervión, Abra de Vizcaya, ya por el siglo XIII. Que no, que los BISCAY PEOPLE, de Bilbao (que fuera plaza de comercio antes que villa), tenían un Consulado en Brujas en 1450 (otros apuntan a 1493) y exportaban lana, mineral de hierro y otras mercaderías, a esa ciudad floreciente que en 1400 albergaba más de 150 000 habitantes y se jactaba de poseer los mejores tejedores e hilanderos del mundo.
Mientras tanto los reinos, condados y señoríos se fueron aglutinando y surgió el reino de España. Sus Católicas Majestades concedieron a la villa de Burgos el Consulado de Brujas con grandes privilegios. Y sólo fue en 1511 cuando los Vascos, la Casa de Contratación del Señorío de Vizcaya, consiguió que se reconocieran sus derechos y le fuera concedido un Consulado independiente de los de Burgos, firmado por Fernando de Aragón en nombre de su hija Juana la Loca.
Y así siguió el Consulado, en la BISKAYERS PLAATZ, hasta que el edificio fue hipotecado y más tarde derruido. Se puede decir que el Consulado terminó sus días en 1829.Hoy ya no queda ni el recuerdo.
Mañana terminara mi deambular a la búsqueda del tiempo perdido por la SPANJAARDSTRAAT, la calle donde se descargaban las mercancías de los españoles, en cuyo número 9 dicen que pernoctó Ignacio de Loyola durante sus vacaciones de estudiante en Paris. Sigo adelante para llegar al 17, a la SPOOKHUIS (LA CASA ENCANTADA)). Cuentan que a finales de siglo XV había allí un convento de monjas y al otro lado del canal un monasterio agustino. Los frailes iban al convento a confesar y dar la comunión a las monjas y así fue que un fraile italiano se enamoró de una de ellas. Un día descubrió un pasaje desde su claustro al convento y decidió declarar su amor a la monja y proponerle la fuga juntos.
Ella, aunque enamorada, no accedió a romper sus votos y escapar con el fraile que en un lance de pasión le dio una puñalada. La enterró en el túnel y desapareció.

Las monjas abandonaron el edificio y la casa adquirió fama de encantada. Los residentes veían una mujer de blanco musitando rezos y a un hombre apesadumbrado atravesando las salas, paredes y puertas cerradas.
Y pasaron los años.
A finales del s XIX vivía en la casa una pareja inglesa. La hermana de la mujer una espiritista y novelista famosa, Florence Marryat, contó que había visto un fantasma en su habitación y que en otra ocasión su hermana y ella habían comunicado con la monja que dijo llamarse Hortense Dupont y haber muerto asesinada en 1498.
Finalmente, el famoso espiritista William Eglinton liberó el espíritu del monje que había estado atrapado desde el día del crimen.
Nunca más volvieron a aparecer.

Ya en la tarde, tomaré el hábito de visitadora impenitente.
Brujas y sus gentes me esperan.

FOTOS: Cortesía de GOOGLE
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