martes, 29 de marzo de 2022






















De todos es conocido el KEUKENHOF GARDEN cerca de Delf en Holanda. Yo misma me quedé extasiada cuando en uno de mis viajes de retorno decidí pasarme por Ámsterdam y entre canal y desmadre en la Gran Plaza escaparme un día a contemplar la más grandiosa exposición de flores del mundo, o eso pensaba yo transida de tanta belleza.
Yo ya sabía que el día seis de mayo sería el último día de FLORALIA. Aterrizo en el Gala, allí por la plaza du Jeu de Balle, me informo de los autobuses para llegar a este pueblo del castillo situado a 7 km de Bruselas, Dilbeek, y de mañanita salgo dispuesta a tulipanearme por todo lo grande.
Hay que andar dos km antes de dar con la especie de garita que vende las entradas: 10 Euros para los seniors y puede subir a la torre del homenaje, la vista es esplendida, hasta el Atomiun se puede ver. Dice la jovenzuela muy en su papel de guía.
Atravieso un puente de cinco arcos del s. XVII que da acceso a la entrada fortificada del s. XV de este castillo renacentista. El ladrillo rojo contrasta con la piedra blanca del encuadre de las ventanas y los tejados de pizarra. La pequeña capilla se conserva intacta desde hace 300 años y hoy, con la profusión de flores y su pequeño retablo dorado, parece sacada de un cuento de hadas.
Es un parque de 14 ha. con arboles majestuosos, un lago en una hondonada, parterres y un invernadero de 1000 m2.
Bajo el patrocinio de numerosas compañías de floricultura belgas y holandesas se han plantado, a mano, un MILLON de bulbos de primavera: TULIPANES, NARCISOS Y JACINTOS, que florecidos, forman unos tapices multicolores de una belleza indescriptible. Sumergida en ese océano de colores y formas exóticas uno solo acierta a respirar y mantenerse en vida para seguir gozando de este sublime regalo para los sentidos. ¿Qué importa la lluvia? ¿Qué importa los ladridos del conductor del autobús? ¿Qué importa la mirada aviesa de ese viejo consumido que parece escatimar sus palabras?
¡Luz, color, brillo, pétalos de seda…! 400 variedades de tulipanes haciéndonos guiños, seduciéndonos con su gracia alada.
Sigo el sendero de la izquierda y llego al invernadero de 1000 m2 de las flores más exóticas en arreglos sorprendentemente refinados. Salgo y me dirijo a la torre del homenaje, de 1327. Restaurada impecable se alza gallarda sobre sus muros de casi dos metros de espesor hasta 30 metros de altura con una vista esplendida de la región.
¿Y para terminar?
El castillo, que se puede alquilar para eventos privados “memorables” y con una capacidad de hasta 600 invitados permanece cerrado a cal y canto. No así la minúscula capilla donde resplandece un retablo dorado y los arreglos florales de orquídeas del maestro Hans Danko le dan un toque de ensueño. A la salida espera la carroza de la Bella Durmiente.
No podré quedarme hasta la tarde para asistir a los juegos venecianos: una especie de desfile de carnaval de época por los amplios caminos del parque añadirán su magia al encanto de las flores.




“Paris, bien vale una misa”. Dicen que dijo Enrique de Navarra (hugonote), aspirante a rey de la catolica Francia.
“Floralia, bien vale congelarse en este pueblo perdido”. Y lo digo bien alto bajándome del maldito autobús engañoso, dispuesta a esperar a remojo al que tenga a bien llevarme al centro de Bruselas.

FOTOS: Cortesía de GOOGLE
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