“Este LONG WEEKEND (con el Victoria (su reina!)
Day en lunes) la gente de Vancouver se echa a la calle, jardines, parques,
playas, todo estará superlleno, y no digamos los vuelos, el transporte. Ni una
plaza libre desde hace tres meses”
Así me previene mi spanish amiga de la recepción.
Para que no me lleve susto. Dice.
Quería ir al CAPILANO BRIDGE, pero no estoy
dispuesta a pagar 32 $ para ver este puente colgante, que ya atravesé unos
fabulosos en COSTA RICA. Nada, hoy será el LYNN CANYON, que allí también hay un
puente colgante, aunque más corto, eso sí, pero gratis. La cascada y los
senderos a través del bosque de pinos, sequoias… en este parque de 250 ha, acaban
de convencerme.
Salgo pronto para intentar llegar antes de la
marabunta, que eso del transporte público, tan ecológico, se hace interminable.
Un autobús en el pink bus stop, el tren hasta la Waterfront y allí el SEABUS
para atravesar el Burrad Inlet y desembarcar en Vancouver Norte.
¡Ay, el Seabus!
¡Maldito de los malditos!
Enganchada a eso de “bus”, creía yo, burra de mí,
que tendría que coger uno enfrente de la estación del tren. Espero y espero.
Nadie me entiende. Pasan mil buses por delante de mis narices y, ya muertita,
me decido a entrar en uno y preguntar al chofer, que todo hay que decirlo son
una raza aparte: lo más educado, servicial, informado que uno pueda imaginar.
Comparo con mis paisanos…
El SEABUS resultó un FERRY de pasajeros que sale
del interior de la estación del tren y va a LONDSDALE QUAY, donde tendría que
coger el autobús 228 que me dejaría a la entrada del parque.
Cientos de personas abordando, sobre todo
pandillas de jóvenes exultantes dispuestos a comerse el mundo. Gente y más
gente aparece por todas las entradas, familias indias (de la India) de visita
rezongando por no poder llegar a pie de puente en sus flamantes coches
canadienses. Colas por todas partes…
El ECOLOGY CENTRE está cerrado.
Me reprogramo y espero sufrientemente. Entro en
el puente, autopista de 8 carriles, cuando está pensado para ir de dos en dos,
con el corazón en un puño. Balanceo. Gritos, empujones, sacaojos con los selfis
y me aferro al cable esperando que pasen estos energúmenos de mi lado. De aquí no
me muevo hasta que haya podido contemplar por los dos lados. Oídos sordos los
míos.
El río se despeña por el cañón con una rabia
incontenible, fauces espumosas, desafiando a los gigantes verdes que intentan
aplastarlo por las dos orillas. Coníferas, maples, hemlocks, cottonwood
gigantescos, aunque no los primitivos del cañón que fueron abatidos en su
totalidad por las compañías madereras a finales del siglo XIX Este bosque
húmedo templado se ha regenerado desde entonces Aun se pueden ver algunos
tochos enormes aferrados a la tierra mudos testigos del espolio, de cuando se
talaba a golpe de hacha
A pesar de los carteles omnipresentes, ya se han
producido varios accidentes, gente que salta al río, gente que se descalabra al
deslizarse a toda marcha por una pendiente embarrada de 30 mt. Trabajo para los
servicios de rescate.
El termitero se va a la izquierda, todos juntitos
para ver la cascada desde abajo como reza el cartel. Yo a la derecha. Los
carteles informan cómo comportarse con los osos negros en caso de avistar uno;
previenen del peligro de nadar fuera de las zonas habilitadas.
Sigo un sendero río abajo y me siento a escuchar
el estruendo de las aguas enfurecidas en medio de los helechos gigantes. Nadie.
¡Nadie! Se diría que una hecatombe ha hecho desaparecer a la raza maldita y que
me encuentro transportada a otro universo de ensueño.
El sendero se vuelve fangoso y de repente aparece
un BOSQUE NUBOSO, sí, nuboso, como en Costa Rica, con sus líquenes
balanceándose en medio de la niebla fantasmagórica. Nadie. Una encrucijada.
Sigo un camino al azar, subiendo cientos de escaleras de troncos resbaladizos
preguntándome como podré salir de ese laberinto.
¡Un ladrido! Una pareja con un perro suelto que
me indican el camino para salir a la carretera si no quiero seguir hasta Vancouver
West… Luego, caminaré dos o tres km por otro sendero hasta un aparcamiento, de
donde tendré que bajar a pico hasta el fondo de la cascada y de allí al puente.
Vale.
Se va haciendo tarde. Entro en el café del
refugio y pido una POUTINE. Cojo agua y salgo disparada a buscar la parada del
autobús de regreso al muelle.
Por suerte sólo hay dos personas, pero al
instante aparecen gentes por todos los caminos con sus mochilones que, ¡oh
milagro! se ponen en cola y suben tranquilamente.
La misma peregrinación para volver a casa, sólo
que ahora estoy medio derrengada soñando con mi sopita caliente, que hace un frío
que pela ahora a las cinco de la tarde.
Lo del CHINATOWN será para mañana.
FOTOS: Cortesía de GOOGLE
Ya daria yo un ojo ce la cara, bueno no tanto, por transportarme como los shamanes tibetanos direcito al Lynn Canyon mientras estan todos mis competidores en sus ocupaciones habituales!
ResponderEliminarMe conformo con revivirlo rememorandolo, escribiendo y cerrando los ojos y capturando especie de mil pies rojos que han salido de sus nidos con las lluvias de ayer que no los quiero por vecinos.
La Naturaleza es lo que tiene!
Saludos
Realmente genial ...
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Mark.
EliminarY luego dicen de Benidorm jajajaja. ¿Y los garrulos de pueblo que solo hablamos español y mal ¿que?. Porque los letreros los traduce facil aunque en "indio" el Google, pero el tema conversación...lo veo muy dificil.
ResponderEliminarA no ser con pasta claro, que siempre aparecerá algún espabilado que te la saque con mas ó menos gracia.
Y lo que mas me impresiona es ese recuerdo a los que vivian de siglos en ese paraiso y solo recibieron disparos de los "conquistadores". Esta vez no españoles. Gracias
Pero si alli hay de todo! Es la Torre de Babel...te ibas a encontrar facilmente con quien pegar el hilo.
EliminarPues si, amigo Carlos, si, que pareciera que solo los espanoles hubieran masacrados indios por doquier, bendecidos por los representantes del dios verdadero...
Alli los exterminaron a casi todos y, los que quedan viven en la pobreza, el oprobio, la desesperanza, la frustracion...
Por donde mires, blancos, chinos, indios de la india. Pocos negros y arabes y menos indigenas.
Yo solo vi una familia andando por la calle en Otawa, cerca del museo!
Un abrazo
Pues el maldito Seabus tiene muy buen aspecto, Igoa. No me importaría...
ResponderEliminar¿Cómo estaba la Poutine? Por el aspecto me quedo con la duda de si estaba delicioso o es una cocina tipo McDonald´s. Un abrazo.
Claro, claro. Una vez localizado...Esa foto no esra de ese dia, en que no cabia un alma.
ResponderEliminarEso de la POUTINE no me convencio a mi tampoco, aunque ellos lo consideran casi monumento nacional...
Son patatas fritas con salsa de asado de vacuno y queso. Eso es lo tradicional, ahora las variedades son incontables.
Un abrazo, ah y como nuestras tapitas, nada de nada! No?
Todo un recorrido de 'mi jubilata-maharaní'. Tierras hostiles para un hombre como yo que siempre se mueve en países tropicales, pero ya cambiaré. Y como tú, también me acuerdo de los bosques nubosos de Costa Rica. ¡Esa sensación de 'noche de meigas'!.
ResponderEliminarPásalo bien por esas tierras!.
Besos,
Nuestro Tigre ya encontro un tiempito para pasarse poe aqui! Es que con tanto catalaneo...
ResponderEliminarAqui esta muy muy lejos... pero te sigo atentamente, si.
Besos
Este comentario he añadido al tuyo en mi blog (por si no te pasas):
ResponderEliminar"Oía 'jacob fruit', pero consultado 'San Google' creo que tienes razón. Es 'jack fruit'. Cambiado queda. Gracias!!!!".
Besos.
Es que como estabas en tierra de "protestantes"...
ResponderEliminarLa proxima vez, prueba el picle
Besos