viernes, 23 de octubre de 2020

A LAS CINCO DE LA TARDE: terraceo y suenos







Eran las cinco de la tarde…

Son las cinco de la tarde…

Serán las cinco de la tarde por tantos y tantos días de confinamiento.

Hasta primeros de mayo ha anunciado el Chief Minister de nuestras  tierras.

De mañana limpiezas extraordinarias de libros y baúles invernales atenuadas con un cafelito bien prieto y la sorpresita de turno. A las once, la odiada cocina por aquello de que tenemos que mantener las fuerzas para poder seguir haciendo planes. A las dos pesebre amenizado por mi ración cotidiana de catástrofes en las televisiones internacionales, que pareciera que se espían unas a otras: la DW (alemana), la TV5 (francesa), la RT (rusa) y la Aljazira de Qatar que tantas noticias da de todos los países menos del suyo.

Y ahora la lógica consecuencia del trabajo masticatorio: fregado y disposición para la próxima batalla. Variado y creativo el trabajo del “ama de casa”. Sí.

Son las cuatro. Me siento y me conecto a la TV5 para adormilarme exhausta de ese trekking por los Alpes o los Himalayas o el sur de Chile. Estos documentales son de los mejores en su género, la Naturaleza en todo su esplendor.

¡Ay! Son ya las cinco de la tarde…

Cick click, le doy al calentador de agua eso que estamos a 36 grados a la sombra. Dicen los Ayurvédicos que en verano hay que lavarse con agua caliente para sentir el fresquito después…

Y bien “arreglada” que diría mi santa madre, preparada para hacer ejercicio, me subo los cinco pisos a toda marcha hasta la terraza no sin haber antes verificado si llevo mis llaves, que hace unos días casi me encuentro tirada en la pura calle.

Nuestra terraza de azulejos blancos resplandece con los últimos rayos de sol. Le saludo, le hago una reverencia, y espero a que su disco incandescente desaparezca por detrás de la pagoda del templo de la calle Mission. Los cuervos dan pases por encima de mi cabeza, pero cuando quiero sacarles una foto a toda una bandada en la barandilla de enfrente, se echan a volar dejándome con un palmo de narices. Hoy me fijo que algunos tienen la cabecita redondeada y graznan suavecito. Pocas urracas vienen por aquí, al árbol gigante de al lado. Alguna se encarama en el depósito de agua balanceando su cola, expectante, es el territorio de los corbachos, que no perdonan intrusos.

Bandadas de loros grises surcan los cielos chirriando hacia los bosques de Auroville. Nueve, cinco, trece, a veces uno retrasado.

Y ahora con las lluvias y los frios invernales por el norte empiezan  a pasar bandadas de garzas resplandecientes en el anochecer.

Ayer el hombre de ricshaw trajo a casa un pajaro medio muerto, UNA PITTA (Pitta Brachyura). ES COMO EL DEL ANO PASADO. Estos pequenos pajaros viven en las selvas de los HIMALAYAS y en las montanas del centro y oeste de la India. Con el frio emigran al sur solos y, a veces, caen exhaustos antes de llegar a su destino.

Nos tocara cuidarlo para que vuelva a emprender el vuelo. Es de una belleza apabullante, "NAVRANG" le llaman aqui, el de los 9 colores! 

https://youtu.be/eexWA2LbdZ4

Camino a paso de marchas forzadas hasta que me llegan los compases del cambio de guardia en la Dirección General de Policía impulsados por la brisa marina. Es hora de empezar mi sesión de ejercicios hasta las siete, ya oscurecido.

Solo un día ha aparecido un “ulu”, un mochuelo, que desapareció en las sombras y me hizo recordar a mi Samu de cuando yo era seguidora de Konrad Lorenz y sus teorías.

Termino “la tabla”. Y ahora ¿qué? Pues cantar y bailar que eso anima, levanta el espíritu, fortalece los pulmones y acrecienta el ritmo y el equilibrio.

#@*&^, hasta me encuentro cantando a voz en cuello “Montanas nevadas, banderas al viento” de nuestros cursillos obligatorios en la Sección Femenina de la época.

“Se va el caimán, se va el caimán, repito. Se va para Barranquilla… La mujer es un jardín…” Y así suma y sigue haciendo jiribillas.

 https://youtu.be/SEa-syGQvR8

Para destornillarse de risa... La imitooooo

Hoy me toca el vals y casi me desnuco dando vueltas temerarias en brazos de mis adoradores.

¡Soñar!

 

FOTOS: CORTESIA DE GOOGLE

lunes, 5 de octubre de 2020

JARDIN BOTANICO DE AUROVILLE (India









Sigue el monzón. De día las nubes negras echan carreras con Surya que en los últimos días de su reino lanza dardos emponzoñados.

“Nosotros vamos a comer a la BAKERY DE AUROVILLE (panadería alemana), en el jardín se está divino y los pocos platos que hacen son todos orgánicos  y deliciosos.”

No me lo pienso mucho. Me forro a conciencia, que todavía tengo el escote como chupe de camarones, y me encaramo en la moto de mis amores.

No hay mucha gente hoy en el jardín, una familia tamil con sus dos niñitas repeinadas con lazos rojos, la mujer con sari redorado junto al padre proveedor bien ufano teléfono en ristre. Tres parejas de “blancos” enamorados, que se diría y un grupo de muchachos estudiándose la carta.

Aprovecho para transgredir los buenos propósitos: Una montaña de patatas fritas crujientitas, milanesa de pollo y ensalada de la huerta con brotes por aquello del remordimiento. De capuchino, quito casi toda la crema. ! Faltaría más! Ya me siento mejor. ¡Jajaja!

Son más de las dos cuando enfilo la carretera a UDAVI, la escuela donde trabaje cuando aparecí por estas tierras. ¡Cuánto ha cambiado! Ahora un alto muro la encierra ensimismada.

Hay que coger el camino a la izquierda, resbaloso, con grandes charcos de la lluvia de anoche. El portón está abierto y la moto salta por encima de los tubos que colocan en la entrada para espantar al ganado.

No hay nadie a estas horas de la siesta, visitantes, quiero decir. Una mujer tamil esta barriendo la zona de la cocina. Entro por el sendero de la izquierda hasta el vivero donde han preparado cientos de plantitas para la venta. En el orquidarium no hay muchas flores en este momento y continúo por el sendero al jardín ornamental, el laberinto, los cactus y el arboretum. Una extensa zona está reservada a la flora local en peligro de extinción, recuperada por ellos durante su visita a los bosques sagrados de Pondicherry y sus alrededores.

Ya saliendo me encuentro con Santo, un italiano de Calabria, auroviliano desde hace nueve años y dedicado al cuidado de la germinación de semillas.

Me explica que en teoría el Jardín está cerrado para las visitas a causa del Covid, que normalmente se puede comer allí también avisando por la mañana. ¿Y cuando se volverá a la “normalidad”?

Ah, eso lo decide el Gobierno de Tamil Nadu (Chennai) que es a donde pertenece Auroville.

Gracias Santo, espero que nos veamos pronto “normalmente".

FOTOS: Cortesía de GOOGLE