Entonces,
habiéndose terminado las lluvias por estas tierras, me embarqué en Sucre en un autobús,
de El Dorado (pero no pusieron el
documental “Devil’s Miner”)
para llegar hasta POTOSI tras comprar provisiones de boca en la terminal vieja.
Cuatro horas de camino por la recién asfaltada carretera que unirá Santa Cruz
con el Océano Pacífico. ¡Eso sí que será la cintura de América! Mis vecinos duermen
seráficamente.
Ya llegando pasamos
una pequeña refinería de metales, un minúsculo aeropuerto que esperan
desarrollar a base de huelgas los potosinos, un paisaje desolado. Un frío intensísimo nos acoge, un boquear
que se convertirá en el calvario cotidiano fruto de los 4000 mt de POTOSI refundada
en 1561 con el titulo de VILLA IMPERIAL por el emperador Carlos V en
reconocimiento a los pingues beneficios obtenidos con el “quinto Real “de la
plata de CERRO RICO. Encima, los
alojamientos recomendados están más arriba de la plaza central, la 10 de
noviembre, de la iglesia catedral. Y empieza la peregrinación por la gris
imperial, que no la “blanca”.
El “Casa Blanca”,
la entrada llena de judíos ex militares despanzurrados en hamacas apenas
visibles por el humo de todos los olores, gritando, riendo, pasándose los
espaguetis humeantes, me da la bienvenida. No es para mí tanta “marcha”.
Es casa de
gringos, a 160 bolivianos la doble con derecho a baño asqueroso y otras
innumerables ventajas. Caro. Intento La Casona, allí cerquita, mas asqueroso
todavía. De repente se me aparece un rotulo que dice “Compañía de Jesús” en una pequeña
casa colonial añil y blanca.
¿Sera cosa de las
madrecitas potosinas? Avanzo, sigo…pero vuelvo impulsada por la “fuerza
jesuítica”, algo me dice que me hará avío urgente y que podré soltar este
carromato lavarme tumbarme y comer algo antes de que caiga desmayada.
Zaguán oscuro
como boca de lobo. Nadie. Un muchacho medio desganado me indica el cuarto de la
“señora”. Mestiza de no sé cuantos quilates que aúlla 120 Bs con baño y desayuno a pagar inmediatamente, no
sea cosa que quede sepultada en la mina Pailaviri del Cerro Rico, imagino yo.
Un patio que fue hermoso, una fuente adosada al fondo nos regala una agüita
helada y cantarina y una escalera de dos tramos que me parece la cuesta del
Everest. Limpio, luminoso, tranquilo arriba (que una ya no se pirra por
compadreos ni marchas), desayuno frugal de hermano lego.
¡Ay, la noche! ¡La
noche fue de órdago! Toda la noche boqueando como pez fuera de agua, tiritando
bajo esas frazadas aplastapiedras, que dejan fría como en sudario. Y la ducha,
un hilillo de agua tibia mientras me juraba a mí misma emular a nuestra Catolicísima
Reina en el asedio de Granada.
De mañana me mudé
a la habitación “imperial” del hotel Carlos V, allí mismito. ¡280 Bs del alma!
Eso sí, amplísima, decorado TVE serie histórica, chimenea fría, chorros
de agua hirviendo que te hacían salir escaldada empujando la mampara…y santa
Rita, santa Rita, va y encuentro un artilugio que despide aire caliente. ¡Hale!
Para mí, para siempre. Dos días de lujo desenfrenado, que bien me lo merezco,
digo yo.
Luego me
enteraría que la dueña era una española casada con un potosino por boca de una
médico-cooperante cubana, Aleida, que, a veces, hacia de manager por aquello de
la amistad.
Era Aleida una
mujer joven, alta y robusta a la cubana, blanca y de pelo rubio oxigenado. Labios
y unas pintadas con esmero pero huérfana de un diente que le daba un toque de
posguerra española. Fijándose bien se notaba que sus ropas y, sobre todo sus
botas, habían conocido muchas fatigas.
Dicharachera ella, fue desgranando sus aventuras.
Llevaba ya varios años trabajando en el “hospital cubano” en las afueras de Potosí,
atendiendo a los más pobres, a los indios, a los viejecillos abandonados.
Contaba que los médicos locales no querían desplazarse a las comunidades y que
trataban mal a los indigentes….
Algunos de sus
compañeros habían pedido el traslado a Brasil donde las condiciones económicas
eran mucho mejores, pero que ella tenía un amigo potosino y hasta Permiso de
Residencia.
Su familia vivía
en el campo cerca de Trinidad, un hermano en USA, ingeniero.
Cuando le pregunté por el sistema de selección de
cooperantes en el extranjero, puesto que supongo será altamente codiciado en
Cuba, noté que era un tema que no se discute con extraños…
A la española
nunca la vi por el hotel, ni a su marido, a pesar de las reiteradas promesas de
cenas hispano-cubanas cada vez que nos despedíamos por la noche enumerando los
turistas-amigos españoles que le agasajaban e invitaban a visitar sus casas en España.
Hasta matrimonio le habían propuesto.
Así, pasito a paso, al ritmo de mi corazón
desenfrenado, me dispuse a recorrer las serpenteantes y empobrecidas callejuelas
de la Villa Imperial, que fueran testigo en su época gloriosa de las
rivalidades ente VICUÑAS Y VASCONGADOS , por el poder, por la PLATA.
Pero yo, a
diferencia de MIS PAISANOS los AZOGUEROS, no penetraría en las entrañas del CERRO RICO,
que tantas bondades hiciera a sus augustas majestades del imperio español.
FOTOS: Cortesía
de GOOGLE
.
Amigos, os recomiendo este fantastico documental de una mina de CERRO RICO. Solo la realidad.
ResponderEliminarAy, mochilera jubilata! Cuantos "calofrios" que no sudores para encontrar una cama para dormir, un cuarto para descansar, un chorrillo de aguita calentita para volver a la vida.
Pero Potosi se lo merece todo.
Saludos
Una verdadera experiencia....
ResponderEliminarSaludos
Quizas no acerte con el tiempo...
EliminarSaludos
Sin duda toda una enriquecedora vivencia. Un beso
ResponderEliminarHola, mi querida Agueda! Que tal andamos? Me alegro tanto de tenerte por aqui, no se te olvide que te necesitamos...
EliminarAlli se aprenden muchas cosas y, los vascos, mas todavia...
Mas besos
¿Boqueando por la altitud y helada de frío?, pues conmigo no cuentes amiga. Potosí es una joya, pero sus historias tan duras me matan también. La gozada es encontrarse a una cubana y auscultar la vida de la gente. Eso precisamente que tu relatas tan bien y que tanto te admiramos.
ResponderEliminarPrecisamente te cuento esta vez como me imagino yo que sería la vida para los habitantes de una casa de Gaudí joven. Un beso
Seguro que te fascinaria! Alli los cielos, la tierra pertenecen a otro planeta.
EliminarEso que dices de Gaudi joven me intriga, voy a tu casa. Me invitas?
Un abrazo
Hola, Igoa.
ResponderEliminarEres genial con la narración de estas aventuras que me sumergen en relatos vividos por la protagonista intrépida que derrama a la vez las letras que a su vez dan vida a la narración y que a su vez contiene realidad. Genial.
Pero ahora ya deshilvano algo la madeja... me ha dicho un pajarito, tomando café a la vez que manchaba con su pico la taza y picaba el hielo, que has sido profe, en el país que guarda la ciudad de la luz y la embriaguez de la moda y la sangre azul...
Solo quería felicitarte por ello, si Sancho amigo de hidalgo no estaba bebido al soplar convertido en pájaro para que yo me enterara cuando no lo dijo. Pues yo, sin conocer a Cervantes, derramo mis dedos en teclados que gotean letras y me atrevo a llamarme escritor donde otros beben la tinta exprimida de los pensamientos antes de extinguirse en pétalos...
La docencia la he considerado siempre amiga de las letras, por eso suelo felicitar a quienes se dedican a ello y por otros motivos consecuentes.
Ahora que, si la fuente no era así de sabia, discúlpame por tal vertido sin causa.
Un abrazo si vos me lo permitís!
Hola Juande! Si, si! Tu pajarito estaba en lo cierto, anos y anos intentando acompanar el descubrimiento y formacion de los jovenes que me han sido encomendados.
EliminarUna verdadera suerte, un regalo!
Gracias por tu comentario tan generoso.
Un abrazo, si.
Qué terrible, a Costa Rica prácticamente no llega nada del cine latinoamericano, de nuestro cine somos los primeros ausentes. Gracias por su información. Por dicha existe Internet.
ResponderEliminarEl comentario anterior me salió de un sitio que veo poco. Mi blog es este en la práctica cotidiana:
ResponderEliminarhttp://lahuelladelojo.blogspot.com
Gracias, William! Lo mismo pasa en Espana.
ResponderEliminar.Saludos